jueves, 30 de septiembre de 2010

Flotar


Todavía flota y está conciente, por lo que aún puede recordar, aunque las imágenes llegan como disparos de flash a su cabeza.

Sus palabras también las oye, mientras el frío del agua lo entumece. Pero no se preocupa, el entumecimiento vendrá desde el adormecimiento que a su vez proviene de esas pastillas que tomó, por lo que no dolerá.

Y aparecen los ojos que ama, lo miran, inquieren en los suyos, como si no entendieran…

Mucho tiempo pasó extrañando su compañía. Mucho tiempo.

Y mucho tiempo pasó sin decidirse. Hasta que ya no soportó el dolor. Un dolor enorme, invalidante.

Pestañea y por cada vez que lo hace, más largo es el lapso para abrir los ojos, y ahí se va, se va pero al regresar el dolor le entrega una lágrima que baja por el pómulo lenta, lenta hasta confundirse con el agua de la piscina que lo mantiene a flote aún.

Cada vez le cuesta más abrirlos, pero no le importa, se va y quiere hacerlo, sus entrañas se lo reclaman, tanta ausencia lo exige y ya no los abre pero ve esos ojos maravillosos y le sonríen. Tal vez ahora sí, quizá ya no más soledad. Quizá ahora sea eterno y si es así, se va. Se deja ir y baja profundo como una cascada y tirado desde abajo abre los ojos y puede ver cómo el sol se difumina y oscurece

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