domingo, 18 de julio de 2010

La figura

Es como una figura de Dalí: imposible de definir o distinguir. Me sigue, lo siento cada día, a cada hora, a cada instante. Antes, cuando sólo lo percibía no me incomodaba, incluso me parecía gracioso; aún más cuando comenzó a hablarme. Sabía que el imbécil de Atilio me jugaba una broma, aunque nunca pude desenmascararlo. Fue tanta su insistencia, que la misma figura que me seguía, cansada de ser mandada por Atilio a seguirme hasta volverme loco, me solicitó que lo liquidara. También él se liberaría y ya no me seguiría. Lo dudé al principio, pero me hartó que abusara de esta pobre figura, para no dejarme solo ni en el baño. Incluso cuando estaba penetrando a Sofía, ella estaba ahí, mirando. Esa noche fui por mi revolver y volví a lo de Atilio para dispararle en su nuca. Luego prendí fuego a su casa y asunto terminado.Pero ha vuelto esta figura, y me ha dicho que Sofía es ahora quien la ha mandado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario